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El mono imperfecto
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El mono imperfecto

El misterioso caso del mono con solo cuatro dedos.

[Transcripción del audio] Existen varias especies de monos en las selvas de Centro y Sudamérica cuyas manos tienen solo cuatro dedos. Es decir, sus manos aparentemente carecen de pulgar.

¿Y dónde han ido a parar estos dedos perdidos? De eso hablaremos hoy en el Boletín Catacrocker. ¿Preparados?


Los primeros exploradores de las selvas de Sudamérica vieron a estos monos de largas extremidades que se movían ágilmente entre los árboles y los llamaron “monos araña”.

La primera descripción sistemática de estos simios la hizo en 1806 el naturalista francés Étienne Geoffroy  - colega y contemporáneo de George Cuvier. Previamente, el conde de Buffon había hablado de estos monos como “coaitas” y Carlos Lineo los había clasificado como Simia paniscus.

Ilustración de un mono araña que acompañaba el trabajo de Geoffroy en 1806

En un trabajo de 1805 Geoffroy decía de estos monos que “su pelo es completamente negro y pasan de rama en rama usando la larga extremidad de su rabo”. 

“La desproporción entre sus extremidades y sus cuerpos es tan grande”, recalcaba el naturalista, “que estos simios han recibido el nombre de monos araña”.

Por supuesto, Geoffroy se fijó en sus características manos desprovistas de pulgar, lo que le llevó a “separarlos de otros monos de cola prensil y clasificarlos bajo la misma denominación genérica”.

Debido a este “pulgar perdido”, el naturalista francés decidió incluirlos bajo la etiqueta de Ateles, que en griego significa “imperfecto” o “incompleto”.

El artículo “Sur les singes à main imparfaite ou les Atèles” (Sobre los simios de mano imperfecta o los Ateles) de 1806

“A esta pequeña familia le he dado el nombre de Ateles”, escribió, “una denominación apropiada para describir la imperfección de sus manos”. 

Hoy día, esta denominación sigue vigente y se incluyen hasta siete especies dentro del género Ateles, entre ellas el Ateles geoffroyi, o mono araña de Geoffroy, en honor al naturalista. 

Dos ilustraciones con monos araña de finales del XIX (A la izquierda/arriba como coaita y a la derecha como Ateles paniscus- Wellcome Library)

Bajo esta nomenclatura, siguen siendo unos monos “imperfectos”, pero veamos por qué esta forma de verlos es un error.

Al examinar detenidamente la anatomía de estos monos los científicos descubrieron que el hueso del pulgar no había desaparecido por completo, pero que evolutivamente se había convertido en un pequeño vestigio, apenas visible bajo la piel. 

A lo largo de miles de años de evolución, la especie se había adaptado y la mano con cuatro dedos en forma de gancho más la cola prensil, que funciona como una especie de arnés de seguridad, había resultado ser lo más útil.

Huesos de las manos y esqueleto de un mono araña. Rosenberger t al.

El pulgar siempre ha dado mucho juego en evolución. Uno de los ejemplos más famosos, que da nombre a uno de los libros del brillante divulgador Stephen Jay Gould, es el pulgar del panda. 

El caso de los osos panda es un poco el contrario del de los monos araña: resulta que su pulgar es un falso dedo, pues se trata de una evolución de un antiguo hueso de la muñeca, lo que se suele poner como ejemplo de que la evolución juega con los elementos que tiene más a mano. Y nunca mejor dicho.

Mano de un mono araña. Imagen: Phillip (Flickr)

En el caso del pulgar del mono araña, el cambio se explica porque a lo largo de generaciones tuvieron más éxito aquellos individuos cuyas manos permitían engancharse a las ramas de una forma muy determinada, y muy eficiente, en la que el pulgar no jugaba ningún papel importante.

Es un error, por tanto, pensar que el mono-araña es un mono imperfecto. Muy al contrario, podríamos decir que es un mono que ha sido “perfeccionado” por la selección natural.

Para más info:


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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor

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