đ Marineros en el espacio
Nos creemos muy avanzados, pero aĂșn nos acompañan gestos de nuestro pasado como navegantes y el terror a algunos demonios medievales.
Buenos dĂas, catacrockers:
Hoy toca un poco de picoteo, con algunas ideas locas con las me he cruzado por ahĂ en las Ășltimas horas.
Preparad café y vamos al tema:
1. Luz verde, luz roja (y no es âEl juego del calamarâ, pesaos)
Lo que veis sobre estas lĂneas es una imagen de la cĂĄpsula Dragon, de la compañĂa Space X, durante una maniobra de aproximaciĂłn a la EstaciĂłn Espacial Internacional. Si os fijĂĄis, la nave dispone de un par de luces de señalizaciĂłn, una roja y una verde, a cada lado, un sistema que viene de una larga tradiciĂłn y que, como señala mi amigo Ăngel GĂłmez RoldĂĄn, han usado antes muchos navegantes en el mar y en el cielo:


Como recordarĂ©is por cuando hablamos de barcos, en la navegaciĂłn existen una serie de cĂłdigos universales que permiten entenderse de manera sencilla en diferentes entornos. En el caso de las luces de navegaciĂłn, la tradiciĂłn se remonta a los barcos que navegaban en la primera mitad del siglo XIX, cuando se decidiĂł los âbuques de vapor mostraran luces laterales rojas y verdes asĂ como una luz frontal blancaâ.
De manera simplificada, con este sencillo sistema de colocar una luz roja a babor y una verde a estribor (mĂĄs la luz blanca de frente), uno puede conocer la posiciĂłn de un barco que se aproxima en la oscuridad, incluso el ĂĄngulo en el que avanza, para evitar accidentes.
Por su utilidad, este sistema se aplicĂł tambiĂ©n a los aviones y ahora estĂĄ tambiĂ©n en las naves espaciales como la Dragon. Y no solo eso, me entero por mi amigo IvĂĄn Rivera de que en la serie Star Trek, la nave Enterprise tambiĂ©n incluĂa estas señalizaciones porque uno de sus creadores habĂa trabajado en navegaciĂłn aĂ©rea.
No me digĂĄis que no mola plantearse lo que pensarĂa un alienĂgena al cruzarse con estas convenciones humanas, tan nuestras y tan entrañables. Es seguro que las luces verde y roja no tendrĂĄn el mismo significado para ellos y es posible incluso ÂĄque los extraterrestres sean daltĂłnicos! đ
2. La soledad del conferenciante digital
Otro buen amigo, el gran Carlos Briones, compartĂa ayer tarde esta inquietante captura de una conferencia virtual en la que el Ășnico que tiene activada la cĂĄmara es el conferenciante que habla y no tiene ninguna certeza de que el resto estĂ© al otro lado o se estĂ©n dedicando a sus cosas mientras Ă©l o ella habla.


Por increĂble que parezca, la conversaciĂłn en Twitter nos llevĂł tambiĂ©n hasta el espacio. âÂżMientras tĂș estĂĄs hablando... quĂ© ocurre detrĂĄs de cada cuadradito con la cĂĄmara y el micro apagados?â, me dijo Carlos. âComo dijo Fermi aquella vez: ÂżdĂłnde estĂĄn todos?â.

Y de esta forma llegamos a plantear lo que hemos llamado la âparadoja de FermĂnâ, que relaciona las conferencias con gente distraĂda y la bĂșsqueda de vida en el espacio. Pero para entenderla tendrĂĄs que leer el hilo entero. Es breve đœ
3. Los demonios del teclado
El Titivillus o Tutivillus es un demonio al que en la Edad Media se le atribuĂan las erratas que se cometĂan al copiar textos, por lo que se le conoce tambiĂ©n como el «demonio patrĂłn de los escribas».


En aquel momento se le utilizaba como excusa para justificar los errores al escribir y, aunque han pasado muchos siglos, se me ocurre que podrĂamos declararlo tambiĂ©n patrĂłn de Twitter o Whatsapp, donde teclear con cierta alegrĂa nos juega malas pasadas.
Es mĂĄs, creo que a veces el Titivillus se alĂa con el demonio del corrector (a este tendrĂamos que buscarle un nombre), y lo curioso es que entre ambos, en lugar de empeorar el texto, en ocasiones lo mejoran. Yo anoto de cuando en cuando estos hallazgos accidentales de los demonios de internet y los he llamado âpoetyposâ.

Podéis encontrar otros ejemplos similares en este hilo.
4. Se ha caĂdo el servidor
Y en esta semana en que vivimos el espejismo de la muerte de Facebook porque la liaron con el acceso a los servidores, este chiste grĂĄfico me ha parecido especialmente divertido y pertinente:
Y hasta aquĂ mis desvarĂos de hoy. Espero que os haya divertido.
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Antonio MartĂnez Ron, periodista cientĂfico y escritor
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