🚀 ¡Hay luz en las alturas!
Sobre esas intrigantes luces que brillan en el cielo mientras el resto del mundo está sumido en la oscuridad.
Buenos días, catacrockers:
El martes, durante la presentación de “Algo nuevo en los cielos” en Barcelona, Juan Carlos Ortega me preguntó qué tipo de cosas me habían llamado la atención en el cielo cuando era pequeño. Además de esa sensación de “vértigo inverso” que produce ver un globo de helio que se escapa hacia las alturas, me acordé de uno de los fenómenos que más me emocionaban cuando era niño: el hecho de ver la última luz del día brillando sobre los últimos pisos de los altos edificios o sobre los aviones que se alejaban en la distancia, cuando el resto del mundo se había sumido en la oscuridad.
Siempre me ha parecido una de las maneras más intuitivas de comprender que el cielo tiene diferentes “alturas”, y es por eso que hoy os quiero hablar de ese maravilloso fenómeno conocido como “Alpenglow”.
1. Luz en las cumbres
A este fenómeno lo bautizaron los habitantes de los Alpes que contemplaban el brillo de las altas cumbres después de que el sol se hubiera escondido tras el horizonte. Por eso se conoce como ‘resplandor alpino’ o Alpenglow, que viene de la palabra alemana Alpenglühen.
En el siglo XIX, este fenómeno llamó la atención no solo de artistas y montañeros, sino también de científicos como John Tyndall, quien fue uno de los más avezados escaladores de aquellas cumbres de los Alpes y se inspiró en la visión de aquellos atardeceres para elaborar sus teorías sobre la causa del color del cielo. Tyndall describió más de una vez la belleza de aquella luz de poniente que incendiaba las cumbres cubiertas por la nieve.
Me quedé absolutamente mudo por la extraordinaria majestuosidad de esta escena, y la miré en silencio hasta que la luz roja se desvaneció en las cumbres más altas
Hoy en día el término Alpenglow no se utiliza solo para describir la última luz en la cima de las montañas: también vale para describir la luz que ilumina la parte más alta de un rascacielos, como en este atardecer en Nueva York:
El término se aplica a la luz que ilumina a las nubes más altas a última hora del día y se podría aplicar igualmente al brillo de los aviones que pasan sobre nosotros cuando ya se ha echado la noche sobre nuestras casas y hasta lanzan un destello, como si se hubieran incendiado.
Usando el término Alpenglow de esta forma flexible, como cuento en mi libro, el primer ser humano en convertirse en uno fue quizá el aeronauta Jacques Charles, quien en 1783 se elevó sobre las sombras después de que hubiera oscurecido y vio la puesta de sol dos veces en el mismo día. Lo describió así:
Al salir de la pradera, el sol se había ocultado ya para los habitantes de los valles; pronto solo brillaba para mí, y acudió otra vez a derramar sus rayos sobre el globo y la barquilla. Yo era el único cuerpo iluminado en el horizonte y podía ver todo el resto de la naturaleza sumido en las sombras. Pronto el sol desapareció y tuve el placer de verlo ponerse por segunda vez en el mismo día.
Más adelante, el 27 de mayo de 1931, cuando Auguste Piccard y Paul Kipfer despegaron desde la localidad alemana de Augsburgo y se convirtieron en los primeros seres humanos en alcanzar la estratosfera (llegaron hasta los 15787 metros de altitud en una cápsula presurizada elevada por un enorme globo ), se repitió en cierta manera la historia. Ellos también fueron el último objeto brillante del día. Lo describió así Piccard en su relato de la aventura:
Por debajo de nosotros el crepúsculo invade el valle del Inn. Como sabremos más tarde, desde tierra se asiste entonces a un curioso fenómeno. El globo todavía iluminado por el sol se divisa desde abajo brillantemente iluminado sobre un cielo oscuro. Hasta esta fecha solamente los planetas y la luna se habían visto iluminados de este modo. Así pues, nos toman por un astro.
Si seguimos hacia arriba y tomamos la definición de Alpenglow en este sentido tan amplio, cada vez que vemos pasar la Estación Espacial Internacional (ISS) sobre nuestras cabezas cruzando el cielo nocturno (hay aplicaciones que te dicen en qué días y horas se ve mejor), estamos viendo un objeto iluminado por el sol en las alturas que brilla en medio de la noche.
Y si rizamos el rizo, desde aquel Alpenglow que es la ISS se pueden presenciar los alpenglows terrestres, como esta foto del Everest que tuiteaba hace un tiempo mi buen amigo Nahúm Chazarra:
Un alpenglow que mira otro alpenglow, no me digáis que no mola 🤯 😉1
2. El imperio de las luces
Este juego entre la luz de las alturas y la oscuridad del terreno ha sido reflejado en numerosas ocasiones en el arte. Uno de los casos más conocidos es la serie de obras que el artista René Magritte bautizó como “El imperio de las luces” (L'Empire des lumières), 27 pinturas en las que intenta reflejar la aparente paradoja de un cielo encendido y el mundo humano sumido en la negrura.
"Siempre he sentido el mayor interés por la noche y el día, sin tener preferencia por uno u otro. Este gran interés personal por la noche y el día es un sentimiento de admiración y asombro", aseguró Magritte. Y aunque el propio artista explicó que el cuadro expresaba una idea que “no podía ser vista con los ojos”, la realidad es que este contraste de luces y sombras es perceptible, en mayor o menor medida, en casi cualquier atardecer, y especialmente llamativo si existe algún elemento que esté a una altura suficiente como para seguir siendo iluminado por el sol, como hemos visto.
El cuadro de abajo fue subastado por más de 70 millones de euros a principios de marzo, por cierto:
3. El mono que buscaba las alturas
¿Y por qué nos cuentas todo esto, aberrón? Siempre hay un buen motivo. La tarde del jueves, viendo un documental de La 2, descubrí que el mono que vive a mayor altitud del mundo es el langur negro de nariz chata (Rhinopithecus bieti), un primate que habita en Yunnan - una zona montañosa cerca del Tíbet - en alturas que superan los 4.000 metros, para lo que ha desarrollado adaptaciones genéticas.
Dice la Wikipedia:
Vive en uno de los ambientes más extremos de los primates no humanos. Su hábitat es más bien templado con bosques de coníferas o de hojas caducas o perennes. La altura máxima registrada de un grupo de esta especie es 4700 m.
Pues bien, curioseando un poco sobre este animal, descubro que hay una hipótesis para explicar por qué estos monos viven tan arriba: resulta que es posible que asciendan en busca de más horas de sol 🤯
Esto es muy antiintuitivo, porque otras especies suelen bajar en invierno, por la temperatura y la falta de alimentos debido a la nieve. Os dejo con la conclusión del paper:
“Llegamos a la conclusión de que los monos se mueven en respuesta a la radiación solar (…) Si bien estos factores solares parecen estar correlacionados con la abundancia de alimentos, también creemos que los monos podrían buscar el sol directamente. En varias ocasiones, observamos monos que pasaban hasta un 20% de su tiempo tomando el sol. La exposición al sol puede mejorar su supervivencia invernal al minimizar el costo energético de la termorregulación.
Y aquí viene mi pregunta: ¿es posible que estos monos vayan buscando el Alpenglow? 🤯 🤯 🤯
Y hasta aquí la chapa de hoy. Si queréis saber más cosas sobre el cielo, recordad que tenéis “Algo nuevo en los cielos” en librerías. Y este martes, a las 19,50h, el libro será el protagonista del programa “Página Dos” de TVE. Eso sí que es un sueño hecho realidad ;)
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
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Si seguimos tirando hacia arriba, la luna llena es también un Alpenglow. Piénsalo ;)