đ La vida privada de los caracoles
Sobre el deseo de ver a través de las paredes.
Buenos dĂas, catacrockers:
Para el viaje de hoy os pido un poco de paciencia. Iremos descendiendo desde lo mĂĄs general a lo mĂĄs concreto, quitando una capa detrĂĄs de otra hasta desvelar un divertido âsecretoâ de la naturaleza.
¿Me acompañåis?

Como muchos de vosotros, yo tambiĂ©n fui un niño fascinado por los caracoles. Mi madre me subĂa alguno del mercado (nunca para comer, Ă©ramos demasiado melindrosos) y aquella criatura se convertĂa en mi mascota durante unas semanas, hasta que ambos nos aburrĂamos el uno del otro y lo liberaba en el jardĂn.
AdemĂĄs de la agradable sensaciĂłn de sentirlo arrastrarse por la piel, recuerdo que me intrigaba especialmente lo que harĂa el caracol en el interior de su concha. Le veĂa replegar los ojos y el cuerpo y me preguntaba si allĂ dentro estarĂa a ciegas o si se verĂa a sĂ mismo plegado, o avanzando por las galerĂas de su caracola. Deseaba poder ver a travĂ©s de las paredes.
Ya de mayor he comprendido que no les di muy buena vida a aquellos infortunados moluscos: ademĂĄs de la hoja de lechuga que yo les ponĂa, el caracol necesita alimentos mĂĄs variados, como materia vegetal en descomposiciĂłn o los champiñones que Elisabeth Tova Balley ofrece a su compañero de habitaciĂłn en El sonido del caracol salvaje al comer (CapitĂĄn Swing, 2019). Por este maravilloso libro aprendĂ tambiĂ©n la palabra epifragma, que es la puerta que se fabrican estos animales para aislarse del mundo exterior:
Luego sella la entrada con una puerta temporal que fabrica con mucosidad. Esta contrapuerta o epifragma lo protege de los cambios de temperatura y humedad. Un caracol puede estivar durante varias semanas o meses, e incluso durante varios años.
SegĂșn mi experiencia, algunos caracoles pueden colocar esa puerta tan adentro que uno puede pensar que no hay ânadie en casaâ. Pero allĂ abajo, retorcidos y aletargados en un sueño profundo, estĂĄn los pequeños tripulantes de esta nave, esperando la llegada a un lugar habitable, como viajeros espaciales.
ÂżPor quĂ© os cuento todo esto? Pues porque hace unos dĂas, investigando sobre un tema tan aparentemente distinto - y distante - como los modelos anatĂłmicos, me enterĂ© de que uno de los fabricantes mĂĄs exitosos del siglo XIX, el doctor Louis Auzoux, creĂł un modelo anatĂłmico de caracol que se podĂa desmontar y que sirviĂł a miles de alumnos de todo el mundo para aprender su anatomĂa. Mirad quĂ© preciosidad đ€Ż :

Auzoux cambiĂł la manera de producir estos modelos introduciendo el papel machĂ© para la construcciĂłn de sus maquetas, inspirado por los fabricantes de marionetas para niños de las calles de ParĂs. Gracias a esta tĂ©cnica, y como si hubiera querido satisfacer mi anhelo infantil de ver a travĂ©s de las paredes, el modelo del doctor Auzoux permite ir adentrĂĄndose en los secretos del caracol capa a capa, hasta conocer todas sus intimidades.
Este modelo de caracol muestra sus sistemas digestivo, circulatorio y nervioso y estĂĄ etiquetado cuidadosamente para conocer cada rincĂłn de su anatomĂa, ademĂĄs de cada recoveco de la casa portĂĄtil en la que habita. Es una intromisiĂłn desvergonzada en su vida privada đ€Ż đ€Ż :
Y como sucede cada vez que indagamos en la naturaleza, algunos de sus secretos mĂĄs Ăntimos pueden dejarnos totalmente catacrocker. La maqueta del doctor Auzoux contiene uno de los secretos mejor guardados de la vida amorosa de los caracoles: los dardos de amor que disparan a su pareja antes de la cĂłpula. đ€Ż đ€Ż đ€Ż
Estos dardos de amor, describe Tova Bailey en su libro, son âminĂșsculas y hermosas saetas de carbonato cĂĄlcicoâ que parecen âfabricadas por un artesano extraordinarioâ.
Se cree que el dardo transmite una baba con feromonas especiales que pueden mejorar el almacenamiento de esperma de la pareja
SegĂșn se explica en Wikipedia, estos dardos âse forman cuando el animal alcanza la madurez sexual y son almacenados en un saco de dardosâ. Y - alucinad - no solo tienen forma de arpĂłn: resulta que en algunos casos el caracol lo lanza y lo recupera en lanzamientos sucesivos, como un capitĂĄn Ahab de las orgĂas hermafroditas.
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La anatomĂa de los caracoles ha sido un foco de interĂ©s permanente para la biologĂa, y hasta Darwin se interesĂł por ella. En el siglo XIX - como habĂ©is visto en las fotos de arriba - se construyeron modelos desplegables para libros infantiles que permitĂan al pĂșblico general asomarse a sus secretos. La maqueta de Auzoux, en cambio, estaba pensada para las facultades de BiologĂa y en muchas de ellas aĂșn se conservan esta y otras de sus creaciones. Una de ellas, por ejemplo, se guarda en la ColecciĂłn de BiologĂa Animal de la Universidad de Granada y esto que os voy a dejar para terminar es un puto regalo.
Preparad otro cafĂ© y os veis el vĂdeo con la calma que merece. El profesor JosĂ© Miguel Ăvila SĂĄnchez-JofrĂ© desmonta una maqueta del caracol de Auzoux para vuestro disfrute. Merece la pena.
BOLA EXTRA: El doctor Auzoux fabricĂł decenas de modelos anatĂłmicos maravillosos que hoy se guardan con celo en universidades y museos. Pero ese anhelo de âver a travĂ©s de las paredesâ no lo reservĂł solo para los moluscos. Os dejo una muestra, que es de la que partiĂł la idea para la historia hoy. ÂżNo parece un pequeño caracol agazapado? đ
Y hasta aquĂ el viaje que os prometĂa. Esta newsletter es gratis, pero si querĂ©is echar una mano compartid este post y otros en redes sociales, a ver si otros se apuntan a esta saludable costumbre de empezar el dĂa con el cerebro haciendo chiribitas đ
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Antonio MartĂnez Ron, periodista cientĂfico y escritor
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ÂżHabrĂĄ alguna posibilidad de conseguir, las referencias o instrucciones para poder hacer nuevas maquetas? SerĂa genial poder hacer una para la U, para el cole o una personal.