🚀 Pupilas 'delatadas'
Las pupilas son unas chivatas. Ya es hora de que nosotros también contemos la verdad sobre ellas.
Buenos días, catacrockers:
Creo que no hay ninguna otra parte del cuerpo tan cargada de significado como las pupilas. No solo son un espejito donde los demás se ven reflejados (de ahí su etimología), sino que constituyen una especie de ventana a nuestro interior que se expande o estrecha involuntariamente al compás de nuestros deseos y pensamientos.
Hace unos meses, cuando os hablé por aquí de temas relacionados con los ojos, me quedé con ganas de contaros más cosas sobre ellas. Hoy ha llegado ese momento.
Pillad el café y acompañadme en este viaje alucinante 😉
1. Ojos de autómata
Una de las cosas que más inquieta de las pupilas es que van a su bola. Es decir, los músculos que ensanchan o contraen la apertura de la pupila para dejar entrar más o menos luz en el interior del ojo están conectados al sistema nervioso autónomo, de modo que, al igual que otros procesos fisiológicos como el ritmo cardiaco o la respiración, el cuerpo los regula sin necesidad de que pensemos en ellos a nivel consciente.
La manifestación más clara de este hecho es que en ocasiones se emplea la pupila para saber si hay actividad cerebral y la persona sigue técnicamente viva. Si al acercarle una luz al ojo la pupila se contrae, el fantasma sigue a los mandos de la máquina. De lo contrario, si esta especie de resorte “robótico” no salta, quiere decir que la circuitería nerviosa está desconectada.
Las conexiones con el sistema nervioso autónomo hacen que la pupila se active por distintos motivos, además de por la incidencia de luz (reflejo fotomotor). También lo hace por la propia acomodación del ojo (para enfocar abrimos y cerramos un poco la pupila) o cuando se estimulan zonas del tronco superior (reflejo cilioespinal).
En general, las pupilas se agrandan o encogen en función de un equilibrio entre los sistemas nerviosos simpático y parasimpático. El primero activa respuestas de estrés (mediado por la noradrenalina, que ensancha la pupila) y el segundo las de vuelta a la normalidad/reposo (mediado por la acetilcolina). Como resumen en este artículo de Scientific American…
… el tamaño de las pupilas en un momento dado refleja el equilibrio de estas fuerzas que actúan simultáneamente.
Y es por esto que pueden ser delatoras de nuestro miedo, de nuestro estrés, interés, atención y de otras muchas cosas que luego veremos.
Y también - y hasta cierto punto - de nuestro deseo.
2. Dilatadas y delatoras
Además de diferentes situaciones, algunas sustancias químicas pueden alterar el funcionamiento del sistema nervioso e influir sobre la dilatación de nuestras pupilas.
Una de ellas es la atropina, un alcaloide que es antagonista de la acetilcolina (que ya hemos visto que pone la pupila en su tamaño tras el estrés). De modo que, al ingerirlo, se nos ponen los “ojos como platos”.
Desde la antigüedad se utilizaron diferentes plantas para fabricar ungüentos que tenían curiosos efectos sobre la mente y sobre las pupilas. Una de las más utilizadas fue una planta de la familia de las solanáceas conocida como Atropa belladonna. Su nombre común, Belladonna (en italiano, mujer bella) se atribuye a que se utilizó a menudo como embellecedor de la mirada de las damas, pues se ve que la dilatación resultaba sugerente y cautivadora.
Tanto, que se reflejó en el arte. En muchas obras del Renacimiento, las mujeres retratadas aparecen con esta “mirada de Belladonna” y hay quien cree que se debía al consumo de esta sustancia. Una de las más famosas es la ‘Mujer ante el espejo’, de Tiziano, pintado hacia 1515, que tenéis más arriba.
Otro es el retrato de Lucrezia Panchiatichi, de Bronzino, pintado unas décadas después. Observen:
Y no solo en retratos de mujeres. Dice Philip Hoare que en el Autorretrato de Durero, el pintor tiene los ojos “dilatados, como si se hubiera echado unas gotas de belladonna”.
¿Y por qué extraña razón esa mirada de ojos ensanchados se nos hace más atractiva? No creo que haya una respuesta al 100% fiable, pero os dejo un dato que a mi juicio podría dar una pista: durante la excitación sexual y antes de llegar al orgasmo las pupilas se dilatan. 🤯
También hay estudios de pupilometría en los que se observa un ensanchamiento de la pupila cuando nos ponen delante la imagen de alguien que nos parece atractivo. Hay muchos, pero por citar uno de ellos:
Las pupilas de los observadores masculinos se dilataron ante fotografías de mujeres pero no de hombres, niños o estímulos neutrales. Estas respuestas pupilares se correspondían con los intereses sexuales informados por el observador y sus calificaciones de atracción sexual de los estímulos.
¿No parece razonable pensar que esto tiene algo que ver con el atractivo de las pupilas grandes?
Puede ser. Pero lo que también parece claro es que en este terreno pantanoso, la ciencia debe andarse con mucho “ojo”. 🧐
3. La “máquina de frutas”
A raíz del descubrimiento de estos procesos fisiológicos relacionados con la pupila, el estrés y el deseo, en la década de 1950 un científico canadiense llamado Frank Robert Wake diseñó un dispositivo con el que supuestamente pretendía medir la respuesta de estrés de los trabajadores públicos cuando se proyectaban imágenes sexuales. Si la pupila se dilataba ante determinadas imágenes, las personas eran despedidas.
El sistema, como se supo más tarde, fue una auténtica aberración que pretendía detectar y eliminar a los homosexuales del funcionariado público, la Policía Montada del Canadá y el ejército. Lo llamaron la “máquina de frutas” (por el término “fruta” que se utilizaba despectivamente para denominar a los homosexuales). Dice Wikipedia:
Un sustancial número de trabajadores perdieron su trabajo. A pesar de que el presupuesto para el proyecto de la «máquina de frutas» fue eliminado a finales de la década de 1960, las investigaciones siguieron y la Policía Montada reunió más de 9000 fichas de supuestos homosexuales.
El sistema no solo era profundamente inmoral, sino mala ciencia. Y una consecuencia de retorcer el conocimiento científico con fines siniestros.
Para comenzar, el test de respuesta de las pupilas estaba basado en presupuestos completamente incorrectos: que estímulos visuales producirían una reacción involuntaria medible científicamente; que los homosexuales y los heterosexuales responderían de forma distinta a estos estímulos; y que sólo existían dos tipos de sexualidad.
Hoy día se considera la “máquina de frutas” una de las máximas expresiones de la homofobia, digna de la peor de las distopías.
4. ¿Una ventana al pensamiento?
Hace solo unas semanas un estudio sobre las personas que no pueden imaginar cosas (afantasía) llamó mucho la atención en redes sociales. A diferencia de los sujetos “normales”, cuya pupila se contraía o expandía al pensar en imágenes de diferente brillo, en estas personas no había respuesta.
La parte que más me llama la atención es la que tiene que ver con la posibilidad de que las pupilas sean una especie de “chivato” de lo que estamos pensando. En un estudio reciente que comentaba mi buen amigo Antonio Osuna (@BioTay) el análisis de las pupilas de un grupo de macacos mientras jugaban a videojuego Pac-Man permitía a los autores inferir que los monos estaban tomando decisiones conscientes durante el juego.
Este tipo de indagaciones comenzaron con trabajos como el de Hess y Polt en 1964, quienes observaron la pupila de sujetos que resolvían problemas matemáticos y descubrieron que la pupila se agrandaba más cuando el problema era más difícil. La dilatación de la pupila, concluyeron, podía ser utilizada para “una medición directa de la actividad mental” 🤯
Esto que suena un poco esotérico es un campo abierto de investigación y las pupilas - junto a otros factores fisiológicos como la sudoración o la frecuencia cardiaca - se utiliza a menudo para estudiar reacciones psicológicas. Investigadores tan prestigiosos como Daniel Kahneman o Antonio Damasio han estudiado la dilatación de la pupila como una señal de esfuerzo mental, reconocimiento de objetos y de determinados estados mentales.
Pero uno de los aspectos más interesantes, tanto en animales como personas, es el que analizaba mi amigo BioTay en una revisión reciente: el hecho de que la pupila se ensanche cuando comprendemos súbitamente la solución de un problema, lo que en inglés se conoce como insight.
Resulta que la pupila se abre como el obturador de una cámara cuando comprendemos algo profundamente.
¿Para qué necesita el cuerpo dejar entrar más luz cuando estamos experimentando un momento eureka? Es como si el ojo se desenfocara para facilitar aún más la abstracción, como si emulara la oscuridad al “mirar hacia dentro”, como si, en vez de deslumbrarnos, un pensamiento nos “eclipsara”.
Se me ocurre que, después de todo, nuestras pupilas son el mejor espejo de nuestro “asombro” 😉
Y hasta aquí esta pequeña aportación de hoy. Gracias especiales a todos los que os pasasteis por la Feria del Libro de Madrid, fue genial. Por cierto, amigos de Tenerife, ATENTOS:
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
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Muy interesante, miraré diferente a los ojos a partir de ahora
Un aplauso 👏 al post y otro aplauso al título 👏 de manera particular 🤣