🚀 El planeta embotellado
Cuando ciencia y arte se combinan para hacernos entender el mundo un poco mejor.
Buenos días, catacrockers:
Espero que hayáis pasado un feliz puente los que hayáis tenido la suerte de disfrutarlo. Para afrontar lo que queda de semana os traigo un par de buenos ejemplos de cómo el arte puede ayudar a transmitir al gran público lo que está sucediendo en el planeta y un apunte muy chulo sobre la importancia de la precisión para medir el impacto de la crisis climática.
Prepara el café, que vamos:
1. El último aire preindustrial
Lo que veis sobre estas líneas es una muestra de aire que había en la atmósfera de la Tierra en el año 1765, el año en que James Watt mejoró el diseño de la máquina de vapor y comenzó lo que conocemos como Revolución industrial que alteró su composición para siempre.
La muestra de aire antiguo ha sido cuidadosamente extraída de testigos de hielo de la Antártida por el artista Wayne Binitie en colaboración con los científicos de la British Antarctic Survey (BAS) en un proceso que consiste en sacar las burbujas de aire atrapadas en el hielo en aquella fecha y almacenarlas lentamente en un recipiente, como en una destilería atmosférica.
La intención del artista es que esta “escultura cilíndrica” ponga en la mente del espectador con más claridad lo que supone este cambio en la atmósfera introducido por los humanos y “aumente su comprensión de lo que significa nuestra relación con el pasado, el presente y el futuro”.
Para que os hagáis una idea, en esta muestra de aire de 1765 la acumulación de CO2 es de 280 partes por millón: hoy en día vamos por 417 partes por millón y subiendo 😨
El recipiente con la muestra de 1765 es solo una parte de la exposición, en la que también se enseña el proceso por el que el gas se va extrayendo del testigo de hielo en directo, preparado para que se pueda escuchar el crujido y el burbujeo, para sentir ese “momento congelado en el tiempo”.
La “obra” se exhibirá en la exposición “Polar Zero” del Glasgow Science Centre coincidiendo con la famosa Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que tendrá lugar en la ciudad a partir del 30 de octubre (COP26). A ver si los que toman decisiones se pasan por allí y se espabilan.
El vídeo de arriba es solo un pequeño fragmento, podéis ver la pieza completa aquí: Polar Zero: a fusion of art, science and engineering, for COP26 (YouTube, 7:50)
2. El agua embotellada más valiosa del mundo
Lo que veis aquí abajo son algunas de las muestras de agua de mar embotelladas en el laboratorio de Andrew Dickson en el Instituto Scripps de Oceanografía, en San Diego, durante los últimos treinta años. Son las muestras de aire calibradas para que el resto de científicos del mundo puedan usarlas para certificar la precisión de sus instrumentos y asegurarse de que todos están midiendo los efectos del aumento de CO2 sobre los océanos de la misma manera.
El de Dickson - que diseñó este sistema junto a Keeling, el primero en medir la evolución del CO2 desde Hawái - es el único laboratorio capaz de producirlas.
Cada uno de estos recipientes cuesta una media de más de 60 euros y puede viajar miles de kilómetros hasta sus destinatarios, que los necesitan para poder trabajar. Y aunque cada botella solo contiene medio litro de agua del mar, bien se podría decir que se trata del agua embotellada más valiosa del mundo. Tanto, que los científicos ¡tienen que devolver los cascos después de usarlas!
Ahora Dickson está pensando en jubilarse y la posibilidad de que su retirada paralice la actividad del laboratorio de referencia ha causado una conmoción en la comunidad de científicos que estudian los océanos. Os cuento todos los detalles en este artículo en Next, en el que he recogido la opinión de algunos investigadores españoles afectados por esta circunstancia. “Es un problemón”, me confiesan.
Leer: El agua embotellada más valiosa del mundo está en peligro de desaparecer. Tiene detalles fascinantes.
3. Un planeta bajo techo
La instalación “Gaia” del británico Luke Jerram consiste en una réplica de siete metros de ancho del planeta Tierra que el artista introduce en algunos espacios arquitectónicos, como una catedral, para que el público sea partícipe de la sensación de pequeñez que experimentan los astronautas que abandonan el planeta. Lo explica en su web oficial:
La instalación tiene como objetivo crear una sensación del efecto Overview (Efecto perspectiva), que fue descrito por primera vez por el autor Frank White en 1987. Las características comunes de la experiencia para los astronautas son un sentimiento de asombro por el planeta, una profunda comprensión de la interconexión de toda la vida y un renovado sentido de responsabilidad por el cuidado del medio ambiente.
Según consta en la web oficial, la réplica es 1,8 millones de veces más pequeña que la Tierra real y “cada centímetro de la escultura iluminada internamente describe 18 km de la superficie terrestre”.
En este vídeo tenéis más info de esta aproximación que, como la de la muestra de aire de 1765, trata de aportar herramientas para entender mejor lo que los científicos saben desde hace tiempo. Que viajamos en una pequeña nave en mitad del espacio cuyas condiciones estamos alterando peligrosamente para nuestras propias vidas.
Y hasta aquí mi pequeña chapa de hoy. Espero que la hayáis disfrutado.
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
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