🚀 ¡Todo me da vueltas!
¿Cuál es el colmo de un científico que estudia el efecto Coriolis? Marearse.
Buenos días, catacrockers:
Viajamos a bordo de un vehículo espacial que gira sobre sí mismo. Tú no lo notas, pero este desplazamiento tiene influencia en algunos aspectos de nuestras vidas. No en cómo gira el agua en el desagüe (como se suele contar), sino en cómo se mueven las grandes masas de aire del planeta y en el lanzamiento los misiles de largo alcance (espero que no sea tu caso). Para estudiar este fenómeno - el denominado efecto Coriolis - los científicos han tenido que darle muchas vueltas [con voz de Matías Prats] 😝
Agarrad fuerte el café, que nos vamos.
1. El mundo en un plato
Demostrar que la Tierra está girando alrededor de su propio eje no fue nada sencillo. De hecho, fue uno de los grandes desafíos de la historia del conocimiento, aunque no os lo voy a contar todo hoy, tranquilos. Digamos solo que todo empezó con el lanzamiento de bolas de metal desde torres en el siglo XVII y culminó con la gran demostración de Foucault con un péndulo suspendido en lo alto del Panteón de París en 1851.
Lo que había probado Foucault era algo con lo que ya estaban trabajando los matemáticos (el fenómeno fue nombrado en honor de los trabajos pioneros del Gaspard-Gustave Coriolis) y los meteorólogos, quienes intuyeron correctamente que, debido a la rotación, las borrascas y los anticiclones giraban en diferente sentido en cada uno de los dos hemisferios.
En esto llegó el siglo XX y el genial meteorólogo de origen sueco Carl-Gustaf Rossby se puso a pensar en el asunto de las masas de aire con una nueva perspectiva. Cuando llegó al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1926, diseñó un sencillo experimento denominado “Weather in a tank” (El tiempo en un recipiente) que hoy se sigue haciendo, a manera demostrativa, en los laboratorios meteorológicos de muchas universidades. Es una simulación a pequeña escala, con fluidos, de cómo se mueve el aire en un planeta que gira.
La prueba consiste en colocar un recipiente con hielo en la zona central de un tanque de agua - que simule el enfriamiento de los polos - y poner a rotar todo el sistema para ver qué dinámica siguen los fluidos. Para poder visualizarlo mejor, se ponen unas gotas de agua tintada de color azul en el interior - para simular las masas de aire más frío - y de color rojo en la parte exterior, para simular las masas de aire más cercanas al ecuador. Al cabo de un rato, estas pequeñas zonas de agua tintada empiezan a rotar por el efecto Coriolis y a producir los vórtices que Rossby pretendía modelizar (similares a los movimientos de los sistemas meteorológicos).
Os dejo este vídeo del MIT que lo explica muy bien (aunque está en inglés):
2. ¿Queréis girar? Pues giremos
Hasta aquí todo correcto. Si quieres entender cómo gira la Tierra, te pones a darle vueltas a un plato con líquidos de colores y lo usas de modelo. Pero siempre hay uno “de Bilbao” que quiere ir más lejos.
Siempre hay uno que dice ¡qué coño!, ¡movamos el edificio entero! 🤯 🤯 🤯 😅
Lo que estáis viendo es una instalación de la Universidad de Grenoble (Francia) en la que el laboratorio entero gira con gente dentro (os confieso que el boletín de hoy es básicamente una excusa para enseñaros esto que descubrí mientras me documentaba para Algo nuevo en los cielos 😅).
Con 13 metros de diámetro, esta es “la plataforma giratoria más grande del mundo dedicada a la mecánica de fluidos”, explican en la web del laboratorio. Fue construida en 2014 y sirve para estudiar con mayor precisión el comportamiento de fluidos en los que el movimiento terrestre juega un papel:
La plataforma de Coriolis es una herramienta excepcional para modelar experimentalmente los flujos atmosféricos y oceánicos, fenómenos importantes en la vida del planeta. Sus grandes dimensiones nos permiten minimizar la influencia de la viscosidad, reproduciendo así flujos turbulentos muy cercanos a los conocidos en la naturaleza. La rotación también nos permite introducir la fuerza de Coriolis (sic).
En este vídeo podéis verlo rotar en la oscuridad, como una discoteca, y en el que os dejo aquí debajo tenéis una explicación para quien tenga más interés en conocer la plataforma:
3. La ciencia es un tiovivo
Para terminar de marearos del todo, os dejo aquí un reportaje que publicó hace un tiempo Tom Scott y que resume su visita a otra instalación muy especial. Se trata de la habitación rotatoria del Laboratorio de Orientación Espacial Ashton Graybiel de la Universidad Brandeis en Boston (EE.UU.).
Como veréis en el vídeo, al rotar a gran velocidad, el sistema genera una especie de gravedad artificial y altera el equilibrio de fuerzas al que nuestro cuerpo está acostumbrado.
En este caso, el objetivo no es tanto estudiar el efecto Coriolis, sino cómo afectan los entornos giratorios y la fuerza de gravedad a nuestra percepción. La habitación fue diseñada “para estudiar la influencia de entornos de fuerza inusuales en el control y la orientación sensomotores humanos”, según consta en su web. Sin embargo, cuando se lanzan una pelota de un lado a otro de la habitación, se entiende muy bien en qué consiste esa falsa fuerza que llamamos “efecto Coriolis”.
Y ahora habrá quien piense que todo esto es una excusa de los físicos para trabajar en un parque de atracciones 😬 🙃
No os mareo más. Espero que lo hayáis disfrutado.
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor.
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