🚀 De entre los libros
Al pasar las páginas de un libro uno puede encontrarse algo más que simples letras impresas. En ocasiones emergen objetos o aparecen viejas heridas que cuentan una historia.
Buenos días, catacrockers:
La expresión latina exlibris o ex libris, que significa literalmente “de entre los libros”, se utiliza para designar un tipo de sello o estampado que el propietario de un ejemplar pone en las páginas iniciales para marcar que es de su colección. Pero no es el único elemento que puede identificar al dueño de un libro o perderse entre sus páginas. Hoy me gustaría hablaros de cosas que se quedan atrapadas entre las hojas de papel como insectos inmortalizados en ámbar.
Preparad café y vamos al lío ;)
1. La timidez de los libros viejos
Visitando hace unos días la exposición “Color. El conocimiento de lo invisible” en Espacio Fundación Telefónica, mi buen amigo Miguel Ángel Delgado (comisario de la muestra junto a María Santoyo) me enseñó algunos de los libros que tenían expuestos y que habían sido prestados por la Biblioteca Nacional y otras instituciones como la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid.
Al llegar al libro de la foto, una obra de 1506 que ilustra un curioso sistema para conocer las enfermedades a partir del color de la orina de los pacientes, Miguel me explicó que el ejemplar estaba abierto originalmente por la página que se muestra a la derecha, pero como habían pasado más de tres meses, los expositores habían tenido que pasar la página, obligados por los términos del acuerdo de préstamo.
En todas las exposiciones de libros antiguos, me contó, se establece un periodo concreto de tiempo para mover las páginas del libro, para evitar que se dañe por la luz o que coja forma por estar demasiado tiempo abierto por el mismo sitio. Como si los libros viejos fueran un poco tímidos y no soportaran que se los mire fijamente al mismo sitio durante mucho tiempo.
2. Tesoros dentro de los libros
En un artículo que escribí hace la tira de años para Libro de Notas, recopilé algunas de las cosas que me había ido encontrando en el interior de los libros de biblioteca a lo largo de los años, especulando un poco con las posibilidades que estos encuentros ofrecen a la propia ficción (Ver “Huellas de lector”, 2007):
Hay gentes que pasan por los libros como lo hacen por la vida, que se van dejando pedazos de sí mismos como quien se olvida del paraguas en un taxi. Hay libros con arena de playa, pelos de mujer, envoltorios de caramelo. En ejemplares muy voluminosos hay quien olvidó las escrituras de una finca o el testamento del abuelo.
Unos años después, en 2012, descubrí que aquello que para mí era materia de fantaseo o especulación había sido convertido por el personal de la Biblioteca Histórica de la UCM en una exposición real. Bajo el título de 'Cápsulas del tiempo: Objetos olvidados en los libros', la muestra incluía decenas de objetos encontrados en los libros de la biblioteca, cuidadosamente clasificados. Lo resumían así en medios como la Cadena SER:
Hay una gran variedad de objetos: hojas y plantas secas, dibujos e ilustraciones científicas, billetes antiguos de lotería, un billete de 10 pesetas de la República, postales, ex libris, marcapáginas, documentos oficiales, naipes, listas de precios de restaurantes, invitaciones, etc.
Gracias a que los técnicos subieron la exposición virtual a su web, hoy es posible visitar el catálogo y sorprenderse con la variedad de objetos recuperados de entre las páginas de papel (haz clic aquí para visitar el catálogo). Aquí os dejo, por ejemplo, una carta de la baraja con anotaciones o una lista de la compra halladas en algunos de los ejemplares antiguos (siglos XIX y XVIII):
O este billete de la lotería de 1955:
La idea se ha llevado a cabo muchas veces. Os dejo también la iniciativa de Michael Popeck, quien encontró “fotos familiares, anuncios antiguos, cartas y postales, incluso algunas migajas de comida” entre los miles de libros de su familia y creó un blog sobre ello, y esta estupenda recopilación de objetos encontrados en libros, entre los que se encuentran una pluma de pavo real y una loncha de bacon.
3. Libros contra las balas
Aparte de todo lo anterior, uno de los mayores tesoros bibliográficos que alberga la Biblioteca Histórica de la Complutense son los ejemplares atravesados por las balas durante la Guerra Civil española. En la batalla que se produjo durante meses en la Ciudad Universitaria, los republicanos se vieron forzados a utilizar los libros de la universidad como parapeto. Muchos de los ejemplares aún conservan metralla en su interior.
En 2012 se organizó la exposición “Balas y Letras: libros con heridas de guerra en la Biblioteca Histórica”. “Las bombas, granadas de mano, metralletas, explosiones…”, explicaban los organizadores, “dejaron su huella sobre numerosos ejemplares, conservados ahora en los depósitos de la Biblioteca, convertidos en testigos de una cruel batalla: libros mutilados, hojas rasgadas por proyectiles y trozos de metralla alojados en su interior, con orificios de numerosos impactos de balas y huellas de armas blancas…”
En 1939, un brigadista internacional llamado John Sommerfield escribía esto en su libro Volunteer in Spain :
"Cuando llegamos a la Ciudad Universitaria, conseguimos entrar en el edificio de Filosofía. Construimos barricadas con volúmenes de metafísica hindú y filosofía alemana de principios del siglo XIX; eran "totalmente a prueba de balas" (Fuente)
Sobre este tema tenéis más info aquí. Y aunque el material gráfico disponible hasta ahora no es muy bueno, por suerte mi amiga Irene de Andrés está inmersa en un proyecto fotográfico para dejar registro de estos libros de las trincheras. Os dejo dos muestras en rigurosa exclusiva para los lectores catacrockers:
Mola, ¿eh? Es como ver las cicatrices de un animal herido. Ya os informaré cuando lo publique ;)
4. La lectura pendiente
Todos nos dejamos alguna vez algo entre los libros para recordar por dónde íbamos leyendo, pero algunos, como el arcidiano Pedro Fernández de Villegas son el ejemplo extremo. Me chiva el gran Carlos Briones que en su sepulcro en el interior de la catedral de Burgos hay una estatua que representa a este humanista con un libro sobre el pecho y un dedo metido entre sus páginas como para no perder el punto en el que se ha quedado. Fijaos en el detalle:
Dado que la aportación más conocida de este personaje fue su traducción al castellano de La Divina Comedia de Dante en 1515, hay quien plantea que el dedo señala una parte concreta del libro que don Pedro quería llevar consigo más allá de la muerte y que representa el momento en que se pierde en una “selva oscura”. El escritor Óscar Esquivias aprovechó este hecho para convertir la tumba en lo que, según uno de sus personajes de la novela Inquietud en el Paraíso, es una puerta de acceso al Purgatorio.
Más allá de interpretaciones fantasiosas, ese dedo entre las páginas nos recuerda a todos los adictos a la lectura esa ansia por seguir leyendo y no perder la referencia, incluso cuando estamos agotados. Y en un post sobre olvidos en el interior de libros, ¡qué hay más extremo que el propio dedo de uno después de la muerte! 😅
Y hasta aquí la chapa de hoy. No olvidéis compartir con otros la existencia de esta newsletter, para que sigamos creciendo.
Los que llegáis de nuevas, echad un ojo a las newsletters anteriores y suscribíos, que es gratis.
Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
Puedes seguirme en Twitter | Fogonazos | Next | Instagram | Catástrofe Ultravioleta | La canica azul | Ciencia Catacrocker
En la foto del punto dos, más que una lista de la compra parece que es una lista de tareas por hacer en diferentes sitios (negocios/tiendas) por un conserje o alguien de algún equipo de limpieza/mantenimiento.
Las fotos de los libros con bala me encantan 😍