🚀 Los dueños del cielo
Conquistar las alturas es una señal de poder y estatus. Y, aunque el cielo no es de nadie, algunos se las apañan para hacerse con una parcela.
Buenos días, catacrockers:
Para terminar la semana me apetece compartir con vosotros un tema en el que he pensado mucho en los últimos tiempos y que tiene que ver con la forma en que entendemos la realidad y los espacios que habitamos.
Apurad rápido el café, que nos vamos a dar un paseo en vertical un poco movidito ☕️ 😉
1. “Desde el cielo a los infiernos”
En 1945 un granjero de Carolina del Norte llamado Thomas Lee Causby denunció al Gobierno de Estados Unidos porque durante la Segunda Guerra Mundial los aviones de un aeropuerto militar cercano sobrevolaban continuamente su terreno y causaron la muerte de más de un centenar de pollos. El granjero se apoyaba en un principio legal de origen medieval conocido como la doctrina ad coelum, que se expresaba con esta frase latina:
Cuius est solum, eius est usque ad coelum et ad inferos
Quien sea propietario de la tierra, suyo es todo lo que haya hasta los cielos y hasta los infiernos
Según este principio, todo lo que queda encima de tu propiedad es tuyo hasta el infinito. Por eso los jueces dieron la razón a Causby en primer término y determinaron que tenía derecho a una compensación justa por el hecho de que el Gobierno hubiera atravesado el espacio aéreo sobre su granja.
Pero cuando el caso llegó al Tribunal Supremo (United States v. Causby, 328 U.S. 256), este rechazó la noción de que la propiedad se extendía hacia arriba 'indefinidamente' y recalcó que el principio ad coelum "no tenía significado en el mundo moderno". El granjero fue compensado por la ocupación de parte de la atmósfera que estaba sobre su terreno, pero solo los primeros 365 pies (unos 111 metros). El resto se consideró de uso público, una jurisprudencia que se fue actualizando y que ha permitido el desarrollo de la aviación tal y como la conocemos.
Aunque han pasado muchos años, el caso de Coesby abre una cuestión que sigue teniendo interés hoy día: ¿a quién pertenece lo que tenemos sobre nuestras cabezas? Aparentemente las leyes impiden que lo que se extiende hacia arriba se pueda privatizar, pero ¿es así?
Veamos algunos datos con más calma.
2. Las “islas elevadas”
Desde el caso Causby hasta hoy, el cielo ha seguido siendo un espacio común, pero se han ido parcelando las alturas a golpe de talonario. Las grandes fortunas del planeta se han reservado los espacios más altos sobre las grandes ciudades, pagan grandes sumas de dinero por viajar a la órbita y hasta se adueñan de estos espacios comunes, como lo que ha hecho Elon Musk con sus constelaciones de satélites Starlink. Conscientes de que es un signo de estatus y de poder, todos quieren subir cada vez más alto.
En su libro “Vertical”, el profesor de la Universidad de Newcastle Stephen Graham argumenta que se ha producido una “apropiación de los cielos urbanos por parte de las élites” y que los super-ricos han colonizado este espacio.
El corazón de las ciudades se está rediseñando sistemáticamente a través de especulaciones inmobiliarias y burbujas financieras como espacios de las élites.
El libro, que analiza el crecimiento de las ciudades “desde los satélites a los búnkers”, cita muchos ejemplos de esta escalada hacia arriba. Entre los más conocidos están las súper-torres de los países árabes y la lujosa torre de apartamentos de 426 metros de altura construida en Park Avenue, Nueva York, cuyas viviendas- a un precio medio de 18’4 millones de dólares - permanecen la mayor parte del año desocupadas.
Según Graham, los grandes ricos han construido sus propias “islas elevadas” y se reservan el lugar con mejores vistas, incluso aunque estropeen la visión a los demás y solo visiten el lugar muy de cuando en cuando. Por si fuera poco, la construcción de estos gigantescos complejos en Asia, recuerda, se hace sobre la explotación de miles de trabajadores, y esta estratificación de la riqueza se manifiesta en la distribución de las zonas de la ciudad:
Crucialmente, las nuevas torres de las élites cuentan con un ejército de limpiadores, jardineros, niñeras, chóferes y guardias de seguridad, que a menudo viven en las improvisadas comunidades horizontales que los rodean en el nivel del suelo.
3. Un pisito para hablar con Dios
En algunos lugares del mundo, como Río de Janeiro, esta desigualdad se presenta de forma especialmente clara. Allí, los más ricos han ido huyendo de las zonas bajas de la ciudad y viven a menudo en áticos desde los que contemplan la pobreza casi como un “espectáculo”.
En el maravilloso documental "Um Lugar ao Sol", de 2009, Gabriel Mascaro entrevistó a varios de estos propietarios para conocer su forma de vida y sus maneras de ver el mundo. Los habitantes de los áticos reflexionan sobre lo que significa ver el resto del mundo desde allá arriba, presumen del estatus que les da esta posición en la ciudad y alguno comenta lo entretenido que es ver los tiroteos en las favelas próximas. En un momento clave de la película, una madre y su hijo confirman que vivir en las alturas les acerca un poco más a Dios. “Podemos hablar con Dios más fácilmente desde aquí”, aseguran.
Os dejo aquí abajo en documental, por si tenéis un hueco para verlo más adelante. Creo que merece la pena.
4. Ciudades de ciencia ficción
La idea de que las ciudades del futuro tendrán una distribución vertical de la riqueza la hemos visto mil veces en la ciencia ficción. Hay un escena de la película “El quinto elemento” (1997) en la que Bruce Willis y Mila Jovovich huyen en una alocada persecución en coche volador a través de la ciudad y terminan descendiendo a las zonas más bajas, oscuras y llenas de niebla, un reino siniestro como el de las profundidades oceánicas. ¿Hay algún argumento para pensar que existe una evolución parecida en las ciudades del presente?
Graham cita ejemplos de ciudades donde se han construido pasarelas entre grandes rascacielos para evitar pasar junto a las zonas pobres, o medios como el tren aéreo de Bangkok que permite a los turistas moverse en una zona exclusiva y evitar el ruidoso y conflictivo ‘nivel cero’ de la ciudad.
El caso más sorprendente de los que cita el autor de “Vertical” es el de la ciudad de Hong Kong, donde a menudo se ha puesto de manifiesto que quienes viven en las plantas más altas de los rascacielos tienen acceso a un aire mejor. Una realidad agravada por el hecho de que ha sido la construcción de estas megaestructuras precisamente la que ha empobrecido la calidad del aire de los que viven entre los callejones de más abajo.
“En la ciudad más vertical del mundo […] sorprende que los ricos tengan acceso al buen aire, mientras que los pobres son relegados a la escoria, al smog y polvo bajo los pasos elevados o en las calles […] Las calles profundas en forma de cañón de la ciudad y las largas estructuras llamadas de 'podio' en la base de las torres que actúan para canalizar y contener aire contaminado relativamente pesado, tienen un impacto crucial en la salud de la población estratificada verticalmente. En el típico callejón de Hong Kong, los contaminantes del aire tienden a quedar atrapados en los primeros 15 metros.
¿No os parece que es un poco Blade Runner todo esto?
5. Pobreza vertical / Riqueza subterránea
Por supuesto, las cosas nunca son tan sencillas y hay muchas excepciones y contradicciones, pero estos casos son útiles para pensar sobre el modelo de ciudades que estamos construyendo. Un dato curioso, por ejemplo, es que las alturas no siempre fueron objeto de deseo ni señal de estatus. Hubo un tiempo, cuenta Graham, en que se dejaron a los menos pudientes. Fue antes de la invención del ascensor ;)
En las viviendas apiladas de las sociedades anteriores al ascensor, los pisos superiores a menudo eran extremadamente poco atractivos y estaban reservados para aquellos que no podían permitirse nada más. La ausencia de infraestructuras de energía, agua y saneamiento agravó esta geografía vertical. En el Londres victoriano y eduardiano, por ejemplo, además de habitar sótanos sin aire, los pobres vivían en el ático, lo más alejado de los baños y el suministro de agua a pie de calle; los ricos ocupaban pisos en plantas bajas y primeras, con techos más altos, ventanas más grandes y menos escaleras para subir.
La dependencia de estas tecnologías ha provocado que en algunos lugares del mundo los grandes edificios residenciales se hayan convertido en pequeños guetos de pobreza vertical. Es muy conocido el caso de Toronto, donde la falta de mantenimiento de los ascensores en grandes torres en los suburbios de la ciudad dificulta la vida diaria de miles de personas y ha obligado a improvisar sistemas con poleas para poder subir agua y alimentos a las plantas más altas.
Y también se da el caso contrario, el de la riqueza subterránea. En el centro de Londres, por ejemplo, han tenido un gran problema con las llamadas “casas iceberg”: los propietarios de casas en zonas muy valiosas han encontrado un vacío legal que les permite construir enormes infraestructuras en el subsuelo.
En estas 'casas de iceberg’ el volumen subterráneo puede exceder el volumen del espacio de la vivienda por encima de la superficie por un factor de tres o más. Algunos toman proporciones gigantescas. […] Las más grandes están repletas de pistas de boleras privadas, piscinas, salas de billar, salas de armas, dormitorios múltiples, cuartos de servicio y niñera, salas de juegos, aparcamientos, e incluso, […] una cancha de tenis y museo del automóvil completo con elevador de automóviles.
Para apasionados de estas realidades urbanas escondidas os dejo este minidocumental de la BBC sobre el tema. Otra joya que merece la pena para cuando tengáis un rato libre:
Para saber más, os recomiendo mucho el libro de Graham, “Vertical”, en el que aborda estas y otras muchas cuestiones interesantes sobre el desarrollo humano hacia las alturas y las profundidades.
Y hasta aquí la chapa de hoy, que ha sido especialmente extensa hacia arriba y hacia abajo. No voy a deciros nada de la conexión de este tema con lo que cuento en mi nuevo libro, que si no luego alguno me regaña por spammer 😜 [Quedan cinco días] Compartid esta entrada en redes sociales si os apetece, para que seamos más. Gracias por seguirme 😊
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
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Edimburgo en también un muy buen ejemplo de esto.. Gran articulo !