🚀 Asiento de ventanilla
A mediados de la década de 1960, la pintora Georgia O’Keeffe comenzó una serie de pinturas inspiradas en las imágenes que había podido contemplar a través de la ventanilla del avión.
Buenos días, catacrockers:
Cuando vosotros estéis leyendo estas líneas lo más seguro es que yo estaré volando hacia Bilbao, donde en unas horas presentaré “Algo nuevo en los cielos” (+ info). Será mi primer vuelo [en avión] desde hace dos años y, por supuesto, lo haré en asiento de ventanilla. Para que entendáis los motivos, os dejo un fragmento de mi nuevo libro, en el que cuento la pequeña historia de una ilustre pintora y su experiencia por encima de las nubes.
El texto es el que aparece en el arranque del capítulo “Los ojos del cielo”, aunque he intercalado pausas e imágenes para que se lea mejor en este formato.
Espero que os guste ;)
“A mediados de la década de 1960, la pintora estadounidense Georgia O’Keeffe, consagrada y convertida ya en la “madre del modernismo estadounidense”, comenzó una serie de pinturas inspiradas en las imágenes que había podido contemplar a través de la ventanilla del avión en sus múltiples viajes alrededor del mundo en los años anteriores.
Como a otros artistas antes que ella, la visión de las nubes desde arriba le causó una honda conmoción, pues parecía subvertir el orden natural de las cosas y colocar la mirada en un punto imposible para el ojo humano. Lo había experimentado John Evelyn al ver por primera vez el mar de nubes en los Alpes, los poetas y exploradores románticos que se veían a sí mismos en las regiones de la “luz eterna” y los aeronautas que navegaron por las “playas del aire”.
En 1963, a sus 76 años de edad, la maravillosa e infatigable Georgia O’Keeffe emprendió la tarea de reflejar los inmensos mares de nubes que había visto desde el avión en la última etapa de su vida. Lo hizo primero con un pequeño cuadro de poco más de un metro de ancho y finalmente con un inmenso panel de casi siete metros de ancho en el garaje de su casa de Abiquiu, en Nuevo México, que le exigió un gran esfuerzo físico.
“Pinté un cuadro de dos metros y medio de alto y seis metros de ancho; me mantuvo trabajando cada minuto desde las seis de la mañana hasta las ocho o nueve de la noche, ya que tenía que terminar antes de que hiciera frío. Trabajé en el garaje y no tenía calefacción: ese tamaño es, por supuesto, ridículo, pero lo tenía en la cabeza como algo que quería hacer”.
El resultado es una pintura, “Sky Above Clouds IV” (“Cielo sobre las Nubes IV”) en la que las nubes blancas aparecen apiladas unas junto a otras horizontalmente, casi como una abstracción que recuerda las banquisas de hielo sobre el Ártico o una visión al microscopio. Muy por encima de ellas, el horizonte presenta unos tonos pasteles anaranjados sobre los que el cielo se va degradando, como al amanecer o al atardecer.
El conjunto es un paisaje plano, muy alejado de la “transparencia temblorosa” que preconizaba Ruskin en sus libros, pero que sintetiza bien una nueva manera de mirar la realidad. La imagen resulta a la vez sublime y cercana, perturbadora y relajante, y resume visualmente lo que significa ver el mundo desde regiones en las que nadie imaginaba que pudiéramos llegar, infiernos sin oxígeno que surcamos confortablemente mientras tomamos un zumo de tomate.
Las nubes de O’Keeffe pertenecen ya a un mundo muy diferente al de los cuadros realistas y vaporosos del XIX o las deslumbrantes litografías de los libros de Flammarion, un mundo en el que era posible ver un cohete salir del planeta o a un aeronauta caer desde la estratosfera sobre un océano de algodón. Una época en la que cualquier fantasía - incluida la de viajar a la Luna - parecía realizable con tal de que alguien la pudiera pensar y dibujar”.
Esta es solo una muestra de las muchas historias sobre la exploración atmosférica que os cuento en “Algo nuevo en los cielos”. Gracias a todos los que ya lo estáis leyendo. Si te pilla cerca de Bilbao, esta tarde daré una charla de presentación en la biblioteca Bidebarreta a las 19h. ¡Qué mejor plan para una tarde lluviosa!
Hasta aquí el pequeño viaje de hoy. Compartid esta entrada en redes sociales si os apetece, para que seamos más. Gracias por seguirme 😊
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
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