🚀 ¿Se vería una bomba nuclear desde el espacio?
Si crees que vivimos la época más loca de la humanidad, tal vez deberías echar un vistazo a lo que pasó en la Guerra Fría.
Buenos días, catacrockers:
En plena crisis por la invasión de Ucrania hay mucha gente que vive angustiada por la sensación de que en cualquier momento se pueden ir las cosas de madre e iniciarse una guerra nuclear. Personalmente, una actitud que me tranquiliza es tomármelo con un poco de humor negro y recordar que no es la primera vez que el mundo parece estar al borde del colapso sin que al final termine todo como tememos.
Si queréis un par de pruebas, pillad un café y nos vamos de viaje a los trepidantes años 60 y 70. Agarrad fuerte la taza, que vienen sacudidas ;)
1. La firma del apocalipsis
Los que me seguís en Fogonazos y quienes hayáis leído “¿Qué ven los astronautas cuando cierran los ojos?” ya sabéis que la disparatada carrera nuclear durante los años de la Guerra Fría es uno de mis temas favoritos. De hecho, cuando me autoedité aquel libro con “historias de bombas, astronautas y cerebros” allá por 2014, le pedí a Javi Álvarez que incluyera una explosión nuclear en el planeta Tierra que se vería de fondo en la ilustración de portada. Algo así:
Por fortuna, Javi no me hizo caso y aquello nunca se incluyó, entre otras cosas porque me interesé por la cuestión sobre si se vería una explosión desde el espacio. Y la respuesta es breve: se vería un destello, pero nunca hongos nucleares tan sobresalientes y visibles como los que aparecen en las típicas representaciones apocalípticas de la guerra nuclear.
Ahora bien. Aquella idea peregrina no pasó en vano por mi cabeza. Gracias a aquella duda, descubrí la existencia del Bhángmetro.
El bhángmetro fue un dispositivo creado en aquellos años cuya finalidad era precisamente esa, detectar explosiones nucleares desde el espacio y vigilar, desde el satélite, si el enemigo estaba haciendo detonaciones de este tipo en algún lugar del planeta. 💥💥💥
De hecho, además de los sistemas de monitorización de las vibraciones del subsuelo a nivel global y los detectores de radiación atmosférica, hoy día centenares de satélites llevan bhángmetros a bordo, fotodiodos capaces de identificar el doble pulso brillante característico de las explosiones nucleares.
Porque resulta, amigos, que el apocalipsis tiene una firma reconocible:
Esta firma se compone de un destello corto e intenso, que dura alrededor de 1 milisegundo, seguido de un segundo de emisión de luz mucho más prolongada y menos intensa, tomando de una fracción de un segundo a varios segundos en acumularse.
Para saber más de este sistema de detección os recomiendo echar un vistazo a este antiguo documento del laboratorio de Los Alamos donde se detallan el tipo de radiaciones y partículas que hacen una explosión nuclear inconfundible desde el espacio y que permite vigilar si alguien ha hecho una prueba nuclear o ha lanzado un ataque sobre un objetivo.
De ese documento de Los Alamos procede la explicación maravillosa del origen del nombre que hoy recoge Wikipedia. Resulta que tiene una pequeña relación con aquella época loca de la Guerra fría en la que todo el mundo parecía actuar bajo efecto de los psicotrópicos:
El nombre se deriva de la palabra india "bhang", una variedad cultivada localmente de cannabis, que se fuma o se bebe para inducir efectos embriagantes. La broma es que uno tendría que estar drogado para creer que los detectores bhangmetros funcionarían correctamente.
2. Objetivo: bombardear la Luna
De la misma época en la que la humanidad enloqueció casi tanto como ahora es un proyecto secreto en el que participó el mismísimo Carl Sagan: el denominado Proyecto A119.
La entrada en Wikipedia no tiene desperdicio. Os resumo:
El Proyecto A119 o «Estudio sobre los vuelos científicos a la Luna» fue un plan altamente secreto desarrollado en 1958 por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos con la intención de hacer detonar una bomba nuclear sobre la superficie lunar. Se presume que la finalidad de dicho estudio era demostrar la superioridad de los Estados Unidos en relación a la Unión Soviética y el resto del mundo durante la Guerra Fría.
De forma resumida, se trataba de resarcirse del golpe que había supuesto para EEUU que los soviéticos hubieran puesto el primer satélite en órbita antes que ellos y hacer una demostración de su poder que asombrara al mundo. Para ello, la bomba debía estallar durante la Luna llena y el hongo debía verse desde la Tierra:
El programa consistía en hacer detonar una bomba atómica, de una potencia similar a la que fue lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en el año 1945 sobre el limbo lunar, cuando nuestro satélite presentara la fase de plenilunio. De esta forma, el hongo nuclear estaría iluminado por el Sol y su visión sería aún más terrorífica.
Te cagas. 💩
Debido a la ausencia de atmósfera, la explosión no habría tenido tampoco el aspecto de hongo aterrador, sino que se habría visto desde la Tierra como un simple destello (como los que se detectan a menudo cuando impacta un asteroide).
En este vídeo se resume muy bien aquella idea loca que, por fortuna, nunca se puso en práctica:
Hoy sabemos que la explosión de una bomba en la Luna no tendría un efecto particularmente destructivo en nuestro satélite, pero sí sería muy peligroso para la Tierra, como resumía mi buen amigo Maikelnai en este artículo (por si os interesan los detalles): ¿Qué pasaría si detonásemos una bomba atómica de 100 megatones en la luna?
La explosión produciría una más que probable ráfaga de escombros lunares, ya que la menor gravedad en nuestro satélite facilitarían el escape de grandes cantidades de roca y polvo al espacio. Buena parte de esa “metralla lunar” caería a la Tierra, creando lluvias de micro meteoros que serían visibles en el cielo nocturno. Obviamente, todo lo que quedara en medio de la trayectoria de estos bólidos (satélites, la estación espacial internacional, telescopios espaciales, etc.) correrían un gran peligro.
Menos mal que al final bajaron Armstrong y Aldrin y no montamos un bochornoso numerito en el espacio. Esperemos que esta vez tampoco hagamos ninguna tontería con estas armas del demonio. Por si acaso, aquí os dejo alguna idea para búnkeres :P
Y hasta aquí este pequeño divertimento de hoy. Compartid esta entrada en redes sociales si os apetece, para que seamos más. Gracias por seguirme 😊
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
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Siempre interesante, don Antonio.
De todas maneras, la mayor parte de lo que rodea este tema siempre me recuerda lo mismo: asnos estúpidos.