🚀 Aviones en el bosque
Las fantasías más deslumbrantes esconden a veces una decepcionante realidad. Pasen y descúbranla conmigo.
Buenos días, catacrockers:
Hoy os traigo un par de destellos friquis para amenizar el desayuno y una ‘dulce’ ascensión de regalo.
Pillad café y vamos al lío ☕️ 😉
[Espacio reservado para la marca de café que se anime a patrocinar esta newsletter 😅]
1. Un 727 entre los árboles
Me topé con esta imagen mientras curioseaba en las herramientas de Substack, que ofrece la posibilidad de insertar imágenes libres de derechos. Y lo primero que pensé es que se trataba de un montaje. ¿Qué hace ese avión entre la fronda? ¿Se trata de un aparato estrellado y abandonado o ha llegado allí por otros medios?
Los que me conocéis ya sabéis que me encantan este tipo de estructuras abandonadas, así que hice un par de búsquedas que me condujeron hasta su historia. Y resulta que el avión es real, se encuentra en algún lugar al oeste de Portland, en Oregón (Estados Unidos), y se puede localizar en Google Maps:
La historia de este avión en mitad del bosque, cuyos detalles podéis leer en Greek Reporter, es alucinante. Se trata del fuselaje de un Boeing 727 con capacidad para 200 pasajeros que en su día perteneció a la compañía griega Olympic Airways y no solo eso: fue el avión en el que viajó el cadáver de Aristóteles Onásis de vuelta a Grecia, acompañado de su esposa Jacqueline, en marzo de 1975 🤯
El aparato fue adquirido por el ingeniero jubilado Bruce Campbell y trasladado hasta este terreno de su propiedad en 2012 donde hizo varias reformas para convertirlo en su casa. Así que esto que veis a vista de pájaro no es un avión estrellado y abandonado, sino una especie de casita del bosque en versión aerotrastornada (el avión fue trasladado allí y colocado mediante grúas en una costosa operación).
Hace algo más de un año indagué y escribí en Fogonazos sobre un avión-casa situado en una remota localidad de Alaska y recuerdo que me quedé con las ganas de saber cómo era por dentro aquella estructura y si sería cómodo vivir en un lugar así. Lo bueno de este caso es que tenemos un reportaje en vídeo en el que el propio Bruce Campbell nos habla de su vida y nos muestra su interior. Es un poco largo, pero merece la pena sacar un hueco para verlo, aunque sea por encima.
La triste realidad es que, como casa, el avión es una 💩 pinchada en un palo. Entra aire por todas partes y Campbell pasa un frío espantoso en invierno. El interior es todo lo contrario de esas confortables cabañas vanguardistas que vemos en los programas de arquitectura de La 2: está lleno de bártulos, la cabina impide una buena cobertura y subir y bajar a diario es una movida. Podría describir otras incomodidades, pero creo que basta con una imagen. Así es como se ducha el buen hombre:
Al bajar al terreno, la imagen idílica que visteis al principio desde el dron, que disparaba la imaginación sobre una vida en un lugar especial en el bosque, se convierte en una pequeña pesadilla (imposible no pensar en los últimos días de Chris McCandless en aquel autobús abandonado en mitad de Alaska).
Porque a menudo los sueños que parecen envueltos en papel brillante están rellenos de mediocridad y algo de miseria.
2. Un paseo virtual por el fin del mundo
Lo segundo que os traigo hoy es un pequeño regalo. Me entero, vía The Guardian, de que hay una web disponible que permite una visita virtual al famoso banco de semillas “del fin del mundo”, el gran almacén subterráneo situado bajo el hielo de la isla la isla de Spitsbergen, en el archipiélago de Svalvard, donde se almacenan miles de semillas de todo el planeta con el objetivo de salvaguardar la biodiversidad en caso de catástrofe.
Para navegar por su interior basta con que le deis a este enlace y vayáis haciendo el recorrido como lo haríais en Google Street View. Si alguno anda muy liado, os he hecho un resumen de 20 segundos:
Y ahora que habéis visto el interior de esta infraestructura, ¿no os sentís un poco decepcionados? En mi imaginación, este búnker ha sido durante años un lugar mítico, una infraestructura que asociaba con las fantasías de ciencia ficción. Sin embargo, ver su apariencia real y esa galería de paredes enfoscadas y estanterías de metal me produce un tremendo bajonazo: ¿no se os hace un poco como bajar a los trasteros de tu comunidad de vecinos? 😅 😜
*Por cierto, recorrí las estanterías en busca de las semillas enviadas desde España, pero no las localizo. Si alguien las encuentra, que avise en los comentarios.
3. Arriba, chavalada
Como no os quiero dejar con el bajón, para terminar vamos a disfrutar de un pequeño ascenso al monte Cervino o Matterhorn, a bordo de un dron. Esta pequeña maravilla (que descubro vía @lithospheric) es una fantasía visual. La espina dorsal de la montaña se desmadeja ante nuestros ojos como un fractal, imaginar el esfuerzo que supone alcanzar la cima produce escalofríos. No dejéis de verlo:
Por cierto, aprovecho para informaros del retorno de Fogonazos ;)
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor.
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Sí que es un poco decepcionante el banco de semillas, me lo imaginaba más en plan laboratorio futurista... La ciencia ficción, que nos hace imaginar cosas.