🚀 Agujeros a otros mundos (2)
Seguimos disertando sobre las entradas y salidas del reino de la oscuridad.
Buenos días, catacrockers:
Retomamos donde lo dejamos ayer, hablando de agujeros y de conexiones entre el mundo subterráneo y nuestra realidad. Pónganse el casco y ajústense las cuerdas, que bajamos ;)
1. El agujero del que salieron los Lakota
Una de mis lecturas más entretenidas de este verano ha sido el libro “Bajotierra”, del gran Robert MacFarlane, seguramente el mejor escritor de ciencia y naturaleza de esta generación. Ya había leído sus aventuras como escalador (“Las montañas de la mente”) y como caminante (“Las viejas sendas”), pero en este “viaje a las profundidades del tiempo”, MacFarlane nos muestra su faceta como espeleólogo adentrándose en algunos de los lugares subterráneos más interesantes del mundo.
Uno de ellos es un sumidero en el glaciar Knud Rasmussen en Groenlandia, uno de esos agujeros por los que se cuela el agua del deshielo y que descienden varios kilómetros por el interior del la gigantesca masa helada. Hay que tener mucho valor para asomarse ahí dentro:
¿Dónde llegaría uno de caer en el interior de una de estas simas? ¿Cómo sería la experiencia de viajar por la panza de un gigante de hielo con millones de años de historia? Seguramente sería la última, claro, pero qué flipante.
Desde hace miles de años, los agujeros en la tierra han producido fascinación en los seres humanos. Nuestras narraciones están llenas de agujeros en los que, como Alicia en “A través del espejo” o “Viaje al centro de la Tierra”, uno se sumerge y aparece en nuevas dimensiones o en una nueva realidad.
Y los libros de MacFarlane están plagados de estos agujeros o puertas a otras historias. En uno de los capítulos menciona muy de pasada este agujero en las Black Hills de Dakota del sur, un lugar conocido como la “cueva del viento” (Wind Cave"). El agujero es la entrada a un sistema de galerías de más de 200 kilómetros y desde su interior el aire sopla o es absorbido con gran fuerza.
Lo mejor de este agujero es que el pueblo de los lakotas lo consideran un lugar sagrado y han desarrollado en torno a él toda una mitología sobre la aparición de los seres humanos en la tierra. Por allí ascendieron los primeros hombres al exterior y se quedaron asombrados de lo que vieron.
Buscando más info me encontré con un estupendo vídeo explicativo de los responsables del parque en el se encuentra el agujero, en el que la guía, que es miembro de los Lakota, explica por qué este lugar es tan especial para ellos. En su lengua lo llaman Oniya Oshoka o Maka Oniye, que significa “la tierra está respirando”.
En su tradición oral, explica la guía, se cuenta que en el interior de este misterioso agujero hay un pasadizo al mundo de los espíritus, y allí es donde vivían los dos primeros humanos al principio, un hombre y una mujer, esperando hasta que el mundo estuviera “preparado para ellos”. Pero un día fueron tentados por un lobo, que les ofreció carne, y subieron antes de tiempo ¿Os suena? Merece la pena escucharlo completo :)
2. Los sabios que emergieron de la oscuridad
Esa historia de los primeros humanos emergiendo de las profundidades de la tierra, “paridos” por el mundo subterráneo, me ha recordado la cosmovisión del pueblo Kogi, en Colombia, que me descubrió mi amigo Miguel Fernández Flores hace más de una década.
Para este grupo que vive en la Sierra Nevada de Santa Marta, es la oscuridad la que tiene un carácter sagrado. Hasta el punto de que sus guías espirituales, o ‘Mamas’, son entrenados desde niños en la oscuridad para acceder a la “Aluna”, que es la esencia espiritual de todas las cosas, una especie de conciencia universal que subyace detrás de todo lo que vemos.
¿Y cómo se preparan para ser los guías de la comunidad? Pues los elegidos se mantienen en la oscuridad de una cueva, o en unas cabañas especiales llamadas “ezwamas”, hasta que tienen 9 años. 🤯🤯🤯🤯🤯
Durante se tiempo la comunidad les proporciona alimentos y bebida desde el exterior - deben mantener, además, una dieta muy restringida - y cuando salen por primera vez a la luz están totalmente sintonizados con “Aluna”. Ahora que han convivido con la oscuridad, donde reside el espíritu, están preparados para acometer su enorme responsabilidad, que es sostener la propia realidad, gracias a su conexión con “Aluna” - y mantener la armonía del mundo.
Cuentan los antropólogos que en los últimos años estos requisitos se han suavizado y no hace falta encerrar al futuro “Mama” (o “Mamo” en otras versiones) en una cueva, sino que basta con que haga su vida de noche y durante el día se mantenga alejados de la luz.
Para los Kogi, la oscuridad o “Sé” equivale a lo primordial, al espíritu, por eso los animales y las sustancias negras de la selva tienen un carácter sagrado, pues se asocian con esta entidad que subyace bajo la realidad. El mundo se mantiene gracias a esa entidad que atisbamos cuando cerramos los ojos o estamos en el interior de un agujero, el estado primordial en el que estaban los seres humanos antes de la creación. Como los Lakota, los Kogi creen que nuestro origen es la oscuridad y hemos experimentado un tránsito hacia el mundo de la luz. Accedimos a esta mundo luminoso como en un parto y se fueron abriendo los agujeros de nuestro cuerpo para acceder al mundo exterior, desde los ojos, a las orejas, la nariz y la boca.
Lo describe así Falk Xué Parra Witte, de la Universidad de Cambridge:
Para los Kogi, la oscuridad envolvente de la noche produce una relación más cercana con Sé, un momento en el que el mundo espiritual y sus fuerzas ganan prioridad sobre la luz del día. En consecuencia, la noche es cuando los hombres Kogi a menudo discuten asuntos importantes de la comunidad, determinan los rituales necesarios y escuchan las historias y enseñanzas de los ancianos en el nuhué, la casa cósmica. Al compartir a menudo este espacio con ellos, aprendí que esto el ambiente conecta a los hombres con Aluna, ofrece menos distracciones y mejora la concentración. Además, al ser entrenados en cuevas, los aprendices de Mama (Kuivis) se comunican directamente con ese reino oscuro y de otro mundo de Nuhuakalda dentro de las montañas.
Citando a la Wikipedia, mediante estos ejercicios de concentración en comunión con la oscuridad, los “Mamas” “creen que sostienen el equilibrio de la armonía y la capacidad creativa del mundo” y que su pueblo es “el hermano mayor” que puede ayudar al resto del mundo (el “hermano pequeño”) a comprender el mensaje de “Aluna” y cómo lo estamos alterando.
No os aburro más, pero en 1990 se grabó un documental de la BBC en la que los “Mamas” hablaban por primera vez y en 2012 ellos mismos hicieron una secuela, titulada “Aluna” en la que viajan a Reino Unido para explicarnos que estamos jodiendo el planeta y que ya vale. Se puede ver aquí. En el arranque se explica la cosmogonía de los Kogi, y no os perdáis lo que pasa cuando visitan al astrónomo Richard Ellis en su observatorio, a partir del minuto 14, o cuando caminan con una bobina de hilo de oro conectando los lugares del paisaje y llevando ofrendas del océano a la montaña para que estén conectados. O cuando en el minuto 51 un mama explica el proceso de entrenamiento.
Y hasta aquí la monserga de hoy. Espero haber despertado vuestra curiosidad y que cuando cerréis los ojos sintáis el enorme poder de la oscuridad en vuestro interior 😜
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Antonio Martínez Ron, periodista científico y escritor
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